sábado, 30 de septiembre de 2017

El destino de la disidencia

La prensa occidental, una vez concluido el encuentro de Ginebra entre Reagan y Gorbachov, ha echado las campanas al vuelo anunciando al mundo un cambio importante en le régimen soviético. Un nueva distensión, una suavización y posibles cambios en la vida intelectual de la URSS. Después de decenios de censura, persecución y marginación de los mejores cerebros, después de las nubes de la era Breznev, el comunismo se estaba dirigiendo hacia un próximo y feliz matrimonio con la libertad. Prueba de ello: una reciente reunión de los escritores de todas las repúblicas soviéticas, en cuyo marco el poeta Evtuchenko se atrevió a criticar al régimen y a pedir una reforma del sistema de censura. Fragmentos de la intervención de Evtuchenko fueron publicados por la Literaturnaia Gazeta, lo que confirmó el optimismo de los optimistas. Es posible, pensaron, que más bien pronto que tarde el gobierno de Gorbachov revise su actitud ante la libertad de creación y ante los derechos humanos.

¿Cuántas veces en la historia del comunismo soviético ha sucedido lo mismo? Este proceso de liberalización se ha producido cada diez o quince años, tanto en la URSS como en otros países sometidos por Moscú. Durante estos periodos, en Rumanía, Polonia, Checoslovaquia o Hungría, el gobierno afloja la presión, los escritores y artistas tienen permiso para crear de acuerdo con sus ideas y menos con las del partido, y esto coincide con cierta abundancia en el mercado. Hay más pan, menos colas ante las tiendas, más alimentos en la cesta. Entonces la gente vuelve a ser optimista, los novelistas y los poetas se dedican a escribir libros normales, que llegan incluso a ser traducidos a los idiomas occidentales y se habla del fin de la guerra fría y del comienzo de una época de distensión. ¿Cuánto durará? Esta es la pregunta. Tanto como siempre, es la respuesta. Luego, una vez detectadas las voces peligrosas para el régimen, este volverá a lo que es en su esencia, castigará a los imprudentes y recompensará a los fieles. Durante otro periodo de diez años, el espacio de las tinieblas volverá a su propia oscuridad.

En realidad, tal como lo saben los especialistas, el régimen comunista no puede cambiar, aunque lo quisiera, no podrá nunca liberalizarse, porque dejaría de ser comunista, se transformaría en otra cosa y esto no puede ser tolerado por nadie. La misma rebeldía de Evtuchenko no es, dentro de este marco, sino una táctica del partido que solo tolera lo que considera como políticamente útil al régimen. Los gritos de algún que otro poeta son sistemáticamente explotados con el fin de poner de relieve las nuevas aspiraciones liberales del dictador de turno. Luego todo vuelve a su cauce. Sin embargo, a los disidentes en serio, como a Solzhenitsin o a Sajarov, nadie los escuchará hablando en un congreso de escritores dentro de la URSS. Existe en Occidente la tendencia a creer que el comunismo posee una cara inocente también y que, un día u otro, aparecerá en su pura desnudez, dominando el escenario. Esto no es cierto. El comunismo, hasta en las artes, tiene una sola cara y el ritmo del sistema ha sido impuesto, al espacio que domina, en 1918, menos de un año después del estallido de la revolución, cuando Lenin creó los primeros gulags. Desde entonces, este no hizo sino proliferar, dejando atrás periodos de liberalización que ni siquiera se merecían este nombre y que solo eran permitidos con el fin de abrir puertas hacia la propaganda y la falsa esperanza. Cuando la esperanza se estaba transformando en rebeldía, entonces las puertas volvían a cerrarse, con más estruendo que nunca en el pasado.


Hubo rebeldía de masas en Hungría y Checoslovaquia, rebeldías de mineros y campesinos en Rumania, de intelectuales y obreros en Polonia, pero esto no sirvió para nada. Solo se trataba de algún que otro test psicológico en el marco de la opresión. La revolución no cambiará, sino con otra revolución. Y esto, por el momento, no parece posible. Probable, sí, pero esto es harina de otro costal. Hay en este momento en la URSS mil prisioneros, o encarcelados llamados “de conciencia”, entre ellos el mismo Sajarov. Occidente lo ignora. Sus nombres y apellidos, su vida, su culpa, sus años de condena aparecen en un libro recientemente editado por la Asociación Internacional para los Derechos Humanos. Periodistas, escritores, médicos, ingenieros, profesores y maestros, curas y diáconos, mil inocentes están en la cárcel porque no aceptan el régimen, no por otro motivo, y la mayor parte de ellos están sometidos a las torturas aplicadas en las clínicas psiquiátricas. En cuanto el régimen haya encarcelado diez mil, lo que es previsible para el fin de siglo, entonces la revolución va a ser posible.

Juan Dacio (Vintila Horia), en El Alcázar (fecha desconocida)


1 comentario:

Minodora Ruschita dijo...

Multumiri pentru postarea acestui text revelator. VINTILĂ HORIA stia prea multe despre teroarea politică a regimurilor comuniste. De aceea in ROMANIA de după 1990 nu este acceptat de fostii ideologi din structurile de varf metamorfozati in miniștrii sau directori de edituri si profesori universitari predand ceea ce nu stiu nici ei. Chiar arhiva lui V.H a fost adusa in tară sa se poată indepărta din ea scrisoarea de 28 de pg din 1978 in care poetul HORIA STAMATU comentează ce a scris la comandă un informator de Securitate despre poezia sa intr-un articol scris in 1978 si publicat in 1984 intr-o revistă de la Amsterdam subvenționată de tara aflată in spatele Cortinei de Fier.
Vezi https://isabelavs2.wordpress.com/mircea-eliade/isabelavs-auredecei/