Vuelve a hablarse del conde José de Maistre
(1753-1821), autor de un libro famoso titulado "Los paseos de San
Petersburgo", del que se acaban de publicar dos ediciones distintas en
Italia y que ha sido considerado como una especie de Biblia de los reaccionarios
europeos del siglo pasado y del nuestro; autor, también, de unas actualísimas
"Consideraciones sobre Francia", destinadas en su tiempo a destruir
el mito de la Revolución Francesa y que cobran un interés cada vez mayor a
medida que nos estamos acercando al segundo centenario del acontecimiento,
puesto que deshacen el enorme y falso andamiaje que los autores de izquierda
habían edificado a su alrededor. Personaje más que curioso, incluso para su
tiempo, porque perteneció durante años a la Iglesia, en calidad de católico
fiel y muy papista, y a la logia masónica turinesa llamada de la "perfecta
sinceridad", disuelta por el rey de Piamonte en 1791, hecho que separó al
escritor de toda actividad masónica.
Entre las muchas novedades que uno descubre al leer a José
de Maistre (su hermano Javier alcanzó también la fama con su libro
"Viaje alrededor de mi cuarto") algunas me parecen más intensamente
relacionadas con la lucha intelectual que hoy se desarrolla en el mundo. He
aquí una de ellas: el hombre nace malo, debido a la caída y al pecado original,
idea contraria a la de la bondad innata que defendía Rousseau y que está
en la base de tantos errores, en el sector de la educación sobre todo. La
diferencia es evidente: mientras para un cristiano es preciso hacer grandes
esfuerzos para mejorar al hombre, con la ayuda de la Iglesia, de la escuela, de
la familia, del arte, etcétera, para un revolucionario, la tarea del Estado
consiste en modificar la sociedad y dejar en libertad la bondad inserta en el
alma desde sus orígenes. De ahí el carácter medianamente optimista del
cristiano, o del reaccionario, que sabe con precisión que la felicidad aquí
abajo no es posible más que en parte y que es preciso prepararse para otro tipo
de felicidad, mientras para el liberal, el socialista o el comunista la
felicidad absoluta se llama paraíso terrenal y es factible hic et nunc,
en una fecha que hay que preparar, pero que nunca llega. Es el realismo
cristiano ante el surrealismo utópico. Bajo este aspecto, José de Maistre
es tajante.
Otra idea original: el llamado "buen salvaje"
rousseauniano no es un ser primigenio, fresco y puro, sino la última fase de
decadencia de alguna tribu o población caída. El salvaje no es un primitivo,
sino un degenerado. Idea que aparece hoy en las meditaciones de los biólogos.
Por este motivo es tan difícil civilizar a los "salvajes", y el
intento de hacerles adoptar cualquier forma de civilización europea supuso para
ellos la destrucción.
Y en fin, la impresión que le produjo la visita a la biblioteca
de Voltaire en San Petersburgo, mientras De Maistre representaba
allí al rey del Piamonte. Los zares habían adquirido dicha biblioteca, cuyos
libros daban pena, porque eran de autores mediocres y de poca monta, dando
cuenta de la falta de talento de uno de los promotores de la Revolución, cuyo
genio había consistido en escribir muchos libros (malas tragedias, burdas
comedias, poesía malísima, tratados de historia mal informados, un diccionario
de la filosofía hoy casi ridículo) sin dejar mucha huella. Sin embargo, la
Revolución no puede prescindir de Voltaire, culpable, entre otras cosas,
de haber inspirado a sus contemporáneos más ilustres el culto a la Constitución
escrita, construcción artificial, elaborada pro seudointelectuales, en completo
desacuerdo con las auténticas Constituciones de los pueblos, las no escritas,
basadas en la tradición y en el realismo cotidiano y milenario de la sociedad.
Idea que recupera más tarde Carl Schmitt (de cuya muerte acaba de
cumplirse un año), y, en general, la derecha auténtica europea, heredera del
pensamiento de De Maistre.
Juan Dacio (Vintila Horia), en El
Alcázar, 8 de mayo de 1986
Gracias por la publicación de los artículos de Vintila Horia. He leído en comentarios anteriores que ha perdido algunos. Yo dispongo de una amplia colección de ellos recortados de El Alcázar, tanto de la serie "Notas críticas para un fin de siglo", firmadas por Vintila Horia, como de "Desde un ángulo vivo", firmados por Juan Dacio. He comparado los que tengo con los publicados en su blog y en total dispongo de 88 que no aparecen en el blog. Estaría encantado de enviarle copias o colaborar en la digitalización de los mismos para completar en lo posible la colección de artículos de Vintila Horia.
ResponderEliminarPuede ponerse en contacto conmigo en puerta.javier@gmail.com
Saludos,
Javier Puerta
¡Qué me dice, amigo! Eso sí que es una noticia. Hablamos.
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