Yo creo que no es así. En primer lugar, porque no todos los exiliados se suicidan. Asistiríamos hoy a un increíble autogenocidio, ya que hay millones, muchos millones de exiliados, salidos de su cauce después de la Segunda Guerra Mundial, o después de lo que pasó en Palestina, o después de Vietnam, o, ahora mismo, después de Jomeini o de la ocupación del Afganistán. La gente, incluso, escoge la libertad, es decir, el exilio voluntario, antes que permanecer en lo que podríamos llamar “la patria del nominalismo”. O sea, del producto de la utopía. Y estoy convencido de que Koestler, que logró desde muy joven separarse de la religión de sus antepasados y preferir el frágil Capital al sólido Talmud, no se hubiera suicidado, a pesar de todo, si no hubiese abandonado la base religiosa de su infancia y la de su raza, que vive en el exilio desde hace milenios y no piensa en suicidarse, justamente porque el fundamento de su existencia no es nominalista, o concretamente materialista, sino religioso. Tampoco se va a suicidar Solzhenitsin, a pesar de los rigores a los que está sometido en su exilio, de la misma manera en que fue sometido a otros durante la estancia en su tierra, sencillamente porque el autor de El primer círculo es un hombre profundamente cristiano y de la misma manera en que aborrece el marxismo o el aborto, se niega a aceptar la táctica destructora del suicidio. Sólo los materialistas son tanáticos.

De la misma manera en que Koestler acabó suicidándose , en el marco de su visión parcial del mundo y del hombre, pueden suicidarse pueblos enteros; los que, por ejemplo, votan en masa a los partidos nominalistas, quiero decir sólo parcialmente adheridos a la verdad. Cinco rectores representando a cinco universidades españolas han firmado una proclamación, o una simple súplica, para darle un nombre administrativo al asunto, pidiendo permiso al ministro de la Educación para que los universitarios festejen este año el primer aniversario de la muerte de Marx. ¿Es esto posible? ¿Por qué ha de festejar la Universidad, la élite de las élites, a un pensador cuya doctrina ha sido desecha por la ciencia, como por la filosofía, por la evolución misma de las artes como por la de la sociedad y de la cultura contemporánea en general? Festejar es homenajear. Pero, ¿cuál de las ideas de Marx sirve todavía? ¿Y para qué? ¿Qué es lo que ha quedado en pie de su doctrina, sino el esqueleto más tremendamente inactual de una sociedad de esclavos? Por esto decíamos, no sólo los individuos llegan a preferir el suicidio a la vida, que es apasionada búsqueda, sino también los pueblos.
Juan Dacio (Vintila Horia), en El Alcázar, 9 marzo 1983
4 comentarios:
Muchas gracias, Jesús. La generosidad de recordar a gente como Vintila no tiene precio. César Utrera-Molina.
De nada, César, me alegro de que pases por aquí.
Me parece valiente y generosa tu idea de dedicar un blog a don Vintila. La conspiración de silencio que desde ya antes de su muerte se abatió sobre el gran Radu Neru, Caballero de la Resignación Infinita, es una de las más espesas e injustas de los últimos tiempos.
Recibe un cordial saludo.
Gracias. Me felicito ver que este hombre tiene más admiradores de lo que yo pensaba.
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