lunes, 21 de mayo de 2007

El comisario Maigret y el marxismo


La editorial italiana Adelphi acaba de publicar una nueva traducción de uno de los primeros libros de Georges Simenon, La ventana de enfrente (Roma, 1985), donde el prolijo novelista policiaco francés, inventor del comisario Maigret, hace tantos años ya, toma posición ante el marxismo. La novela es de los años treinta, cuando la intelectualidad francesa había tomado posición maciza a favor del estalinismo y cuando Malraux escribía: “... en caso de estallar una guerra, nuestros pensamientos se dirigirán hacia Moscú, se dirigirán hacia el ejército rojo”.

Era el tiempo en que Stalin asesinaba a diestro y siniestro, llenaba los campos de concentración de millones de inocentes, mataba a los poetas, colectivizaba las tierras y sembraba de cadáveres de campesinos la estepa rusa y cuando, como respuesta a aquellas barbaries sin nombre, la flor y nata de la intelectualidad francesa, y occidental, no cesaba en proclamar su amor por la patria del comunismo. André Gide, Bertrand Russell, Teodoro Dreiser, Barbusse, Romain Rolland, Arthur Koestler, Heinrich Mann, Aragon... Una auténtica antología de la vergüenza. Es verdad que muchos, al regresar de la URSS, como el mismo Gide, o Panait Istrati, escribieron al historia de su desengaño, pero aquellas páginas no lograrán jamás justificar ni hacer perdonar lo que antes habían escrito. La tragedia más grande y más sangrienta de todos los tiempos del hombre no encontraba, en la consciencia de aquella gente de la “rive gauche”, más que alabanzas baratas y elogios de mala muerte. Nunca el intelectual había decaído tanto.

En medio de una atmósfera de religiosa adoración de ”la patria del proletariado” se levantó entonces la voz de Simenon, al publicar una novela titulada Les gens d´en face (La gente de enfrente) donde describe las vivencias de un diplomático turco, Adil Bey, en Batum, ciudad situada en la orilla oriental del mar negro y centro de la producción petrolífera rusa. Nos encontramos en una atmósfera que recuerda hasta cierto punto la de las novelas coloniales de Graham Greene. En medio de un país más bien exótico, la pequeña colonia consular se aburre y trata de pasar el tiempo en amoríos o borracheras, mientras la gente de enfrente, los rusos aplastados por la revolución, buscan un pedazo de pan y hacen interminables colas ante las tiendas vacías. Las mujeres se prostituyen por un poco de café o de carne, con el consentimiento de los maridos, y éstos se inclinan ante el régimen y aceptan el
nuevo yugo, que acaba de sustituir, con otro nombre, al del zarismo.

El drama se desencadena en el momento en que Adil Bey se enamora de una mujer que vive en la casa de enfrente y que es Sonia, su propia secretaria, la cual hace todo lo posible para salir del país y buscar en Occidente lo que los rusos no han dejado de buscar desde 1917 a esta parte: un poco de libertad y de bienestar, cosas prohibidas, desde hace más de sesenta años, a los ciudadanos de la patria soviética. Pero el intento de Sonia es descubierto y la joven mujer será condenada a muerte, culpable de traición, mientras el cónsul turco regresará a su país, preguntándose, al final del libro,”¿cómo había podido vivir allí sin comprender desde el primer día que cada uno, en aquel país, vivía encerrado en su propia cárcel?” Batum le aparece de repente como un sitio lleno de sombras “lentas y resignadas”, moviéndose en un mundo sin sustancia, en el que cada pregunta desencadena “respuestas de una lógica rigurosa que a nada contestaban”.

Es una novela excelente, muy bien escrita, llena de observaciones valederas todavía, ya que poco ha cambiado en el espacio soviético desde los años treinta hasta hoy y, sobre todo, un libro que pone el dedo en la llaga metafísica del sistema. Podemos considerar a Simenon como uno de los precursores de la novela contemporánea capaz de habernos revelado el interior anímico y las entrañas físicas del universo comunista. El vacío y la mentira, el sacrificio inútil de los individuos y la cárcel transformada en hábitat cotidiano, lo que el novelista francés supo desentrañar en el alma de aquella geografía maldita, cuyo mérito máximo ha sido el de no haber cambiado, durante tanto tiempo, permanecer igual a si misma desde 1917 hasta hoy. Tampoco el infierno cambia.

Juan Dacio (Vintila Horia) en El Alcázar (fecha desconocida)




8 comentarios:

Unknown dijo...

Todos los artículos que has seleccionado son buenos. Éste es extraordinario. Un abrazo. César.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Lo malo es que no editan esa novela ni por descuido.

Calzasachos dijo...

Magnífico artículo, sí, como todos los de nuestro añorado don Vintila; pero hay un par de detalles que me despistan un poco, que no sé si serán erratas o qué: donde dice “el prolijo novelista policiaco francés”, en lugar de “prolijo” ¿no debiera decir “prolífico”? (porque, en efecto, Simenon escribió la tira, pero dudo que pueda ser calificado de “prolijo”: cualquiera que haya simplemente hojeado cualquier libro suyo sabe que su estilo es muy sobrio y conciso, ajeno a cualquier prolijidad...).
Y ya puestos (esto de criticar es como comer y rascar: todo es empezar), un poco más abajo, donde dice “la intelectualidad francesa había tomado posición maciza a favor del estalinismo”, la palabra “maciza” ¿no da la impresión de que traduce un “massive” francés? Este gabachónimo, efectivamente, equivale a veces al español “maciza”, pero también significa “masiva”, adjetivo que parece ir mejor en este contexto, creo (me parece que don Vintila, a pesar de su casi perfecto dominio del castellano –de todos es sabido que su novela “Un sepulcro en el cielo” fue escrita ya directamente en español-, escribía con más fluidez en francés, y quizá se notaba a veces en algún detalle...).
Recibe un cordial saludo y una amistosa exhortación a que continúes colgando estos estupendos y todavía tan actuales textos de don Vintila.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Gracias, Dekarde, y me alegro de encontrar otro admirador de nuestro hombre. Lo de "maciza" es posible que sea como dices. En Vintila hay galicismos abundantes (o quizá "rumanismos") y en el mismo Sepulcro se pueden encontrar a manta. En lo de "prolijo" tendría que consultar el original, que lamentablemente creo que he destruido. Por lo general respeto escrupulosamente el original, salvo errata evidente, y esto no lo había advertido. Ahora mismo, imposible saber si es errata del periódico o confusión del autor. Ciertamente, Simenon fue "prolífico" (y cómo) y no "prolijo".

Álvaro dijo...

Gracias por compartir este artículo. Muy bueno.

Carlos RM dijo...

Qué cosas. Llego hasta aquí como en un partido de tenis, devolviéndote la visita, y me encuentro con Simenon. Justo hoy he estado buscando más casos de Maigret, pues me quedé con ganas tras haber leído "Las vacaciones...". Una puntualización: Simenon era belga.

Janecita. dijo...

Saludos...! Desde Venezuela.

La "esplendorosa" disidente...!!!

Gracias por opinar en mi Blog. Quedas invitado a hacerlo cuando lo consideres oportuno...!

Janecita.-

El Cerrajero dijo...

El único marxismo que me gusta es el de Groucho y sus hermanos xD