No, no me refiero a las travesuras del padre de Mariquita.
Ni siquiera sé si existe. El señor Pérez, cuyas incertidumbres intelectuales,
cuyas ausencias [sic] y cuyos titubeos voy a comentar hoy, no es ni más
ni menos que un ex presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, autor
de un largo artículo aparecido en el ABC del 21 de noviembre, bajo el
título de "Democracia e integración iberoamericana", título ni carne
ni pescado, tan neutro y tan cualquiera como tantos artículos y hasta libros
que se publican hoy para glorificar el cambio en España, cambio cuyo autor ha
sido, por un lado, el medieval Franco, y, por el otro, el pueblo
español, tal como lo desconoce el señor Pérez, y no voy a referirme al
profundo pensamiento político del ex presidente, digno de comentarios más
acérrimos [sic] que los míos -y en este sentido le doy toda la razón a Juan
Blanco, que hizo del señor Pérez un blanco ideal, donde todas las
flechas, sin piedad, no tuvieron más remedio que dar en la diana-, sino a su
extraño y obsoleto parecer acerca de la Edad Media. Me pregunto qué libros haya
[sic] podido leer este señor que llegó a ocupar la presidencia de uno de
los países más importantes de Hispanoamérica, qué clase de profesores habrá
tenido en el colegio, cuál es su preparación general, qué es lo que pensará
acerca de temas más complicados todavía, cómo se habrá desarrollado [sic]
para gobernar desde lo alto de su función a todo un país durante cinco años...
Si miro la política mundial a través de la preparación del señor Pérez,
entonces me explico ciertos desvaríos, ciertos fracasos, cierto malestar que no
parten de los pueblos, sino de la incertidumbre intelectual de sus actuales
dirigentes. En un solo párrafo el señor Pérez mete la pata a fondo, y en
varios temas importantes a la vez. Escuchen esta corta y elocuente obra maestra
de la más infatuada impreparación [sic]:
"El otro elemento negativo (el primero era la
"estructura vertical" impuesta por Castilla al resto de las regiones
o pueblos de la Península, una auténtica y abusiva falta de realismo, sólo
aniquilada por "la España de las autonomías". N. n.) en el pasado
español hasta el término del franquismo es el fanatismo religioso, que toma
cuerpo con la expulsión de moros y judíos. Fanatismo que se ve ayudado por la
barrera de los Pirineos, que impide el paso a España de las corrientes
civilizadoras del Renacimiento, para prolongar -nos atreveríamos a decir- la
Edad Media desde Fernando el Santo hasta Francisco Franco."
Hay que disponer de una base de ignorancia verdaderamente
impresionante para afirmar tales barbaridades en el año del Señor 1985. En
primer lugar, afirmar que España se vuelve "estructura horizontal", o
sea, entendimiento entre sus pueblos, sólo con el actual gobierno, significa
negar todo lo que España había sido y hecho en el pasado, hasta el
Descubrimiento y la misma posibilidad venezolana de ser. La historia de España,
según este increíble atrevimiento, y es así como lo define el propio señor
Pérez, sería la historia de una frustración, que no explicaría nada, ni el
Descubrimiento ni la Conquista ni el Siglo de Oro. España sólo ha sido
fanatismo religioso y verticalidad. Uno se pregunta qué es lo que entiende este
señor por vertical y horizontal, y tengo la impresión de que, dentro de su
poquedad cultural, es posible que invirtiera el significado de los dos
conceptos, confundiendo el uno con el otro. Lo que no es de extrañar. Pero
volvamos al párrafo citado:
Luis Bertrand, en su Historia de España, acusa
a Francia de haber utilizado los Pirineos para impedir el contacto entre la
cultura española y la europea. El señor Pérez cree que los Pirineos
impidieron, desde este otro lado, el contacto entre los españoles y los
beneficios culturales europeos, por ejemplo, del Renacimiento. Los Pirineos no
constituyeron ningún obstáculo para que Europa fuese España durante más de un
siglo, cuando todo el mundo hablaba español y cuando todos vestían y pensaban a
la española. Si España se opuso a la entrada de ciertas ideas, las de la
Reforma, por ejemplo, lo hizo para bien y no para mal. Defendió su
idiosincrasia, que creó un estilo, una civilización, una enorme cultura
universal. El Renacimiento, a lo mejor el señor Pérez quiere decir el
humanismo, penetró aquí hasta el nivel que los grandes de España (me refiero a
los grandes de la cultura) se lo permitieron. Cuando Erasmo dejó de
interesar, por motivos que no vamos a discutir aquí, pues echaron a Erasmo.
La biblioteca del Escorial fue, durante mucho tiempo, la mayor y la más rica de
Europa. Y si España fue medieval, no hasta Franco, pero sí hasta finales del
XVII, esto explica la originalidad del mensaje español y la riqueza de sus
creaciones, entre ellas, la originalidad cultural de Hispanoamérica, basada no
en el fanatismo puritano, como lo afirma Toynbee, sino en la libertad de
pensamiento y la humanidad esencial de los Evangelios, que estaban en la base
misma de la conquista. Pero resulta evidente, entre otras ignorancias, la que
el señor Pérez posee a cerca de la Edad Media. La poesía de San Juan
de la Cruz es medieval, y El Greco lo es también, y Cervantes
y la mentalidad ecuménica española, opuesta al nacionalismo estrecho de los
maquiavelistas renacentistas. ¿Es que el señor Pérez no conoce la
inmensa bibliografía, nueva y actual, que da cuenta de una Edad Media
luminosa, abierta, culta, humanista avant la lettre, y que resulta más
interesante para el ser humano que la crueldad política del Renacimiento y su
regionalismo inspirado en El Príncipe? Compare el ex presidente el libro
de Maquiavelo con el De Monarchia, de Dante, y con ciertos
textos de Alfonso X el Sabio y descubrirá atónito la diferencia entre
Edad Media y Renacimiento. España fue medieval hasta finales del XVII y no
hasta Franco. ¡Dios mío! Cuando España abandona la Edad Media entra en
la Edad de las tinieblas, que fue el siglo XVIII, el más bajo y ruin en la
historia de la Península. Y gran parte del XIX lo fue también, al ser dominado
por un racionalismo humanista completamente ajeno a las verticalidades de este
pueblo. Y podríamos seguir, párrafo por párrafo, comentando aberraciones y
estulteces [sic] de primera magnitud, pero no queremos cansar a nuestro
paciente lector. Ya me he cansado bastante yo mismo leyendo y comentando las
vacilaciones del alumno Pérez, tan seguro de sí mismo como una manzana
agujereada puede estar segura del gusano que lleva dentro.
Juan Dacio (Vintila Horia) en El Alcázar (mismo número que el de la entrada anterior; año 1985, según vemos aquí. Aprovecho para reiterar que el suplemento Letras no llevaba fecha, por lo que, al no obrar en mi poder el ejemplar completo, no puedo precisarla.)
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2 comentarios:
Gracias por este blog que ahora descubro, dedicado a uno de los intelectuales más injustamente arrinconados, aunque ya sabemos las razones. No es posible recuperar artículos más antiguos, ¿no? Porque recuerdo algunos de los 60 y 70 que estaban a una gran altura y quisiera releerlos ahora. ¿Eran publicados en "Semana"? (Siento las comillas, pero no sé si el sistema me deja poner cursivas)
De nada. Yo siento haber perdido muchos otros de estos de El Alcázar. Sé que escribía en Semana. Tal vez pudiese recuperar alguno de estos. Conozco a una persona que los guardaba.
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